The wrong trousers

¡Bienvenidos pasajeros! Hacer cortometrajes, dada las limitaciones de tiempo, puede resultar una tarea aún más difícil que realizar una película, y muchas veces es una labor que no es apreciada lo suficiente; de hecho, nunca había cubierto uno en el canal, pese a ser una de mis introducciones al mundo del cine. Tratando de decidir con cual iniciar, consideré pertinente abrir con un corto animado, pues son los que más notoriedad ganan entre el público en general, y tras descartar un par de clásicos, me decanté por la segunda aventura de un dúo icónico: Wallace y Gromit.

Dirigido por Nick Park, y escrito por éste en colaboración con Bob Baker y Brian Sibley; el corto de 1993 cuenta como único talento vocal a Peter Sallis (Wallace), pues los otros dos personajes en pantalla son silentes. Estrenado en la cadena BBC, es de las pocas producciones que goza de un 100% de aprobación en el sitio Rotten Tomatoes, y ganó el Premio de la Academia a la Mejor Película Animada. Sigue las desventuras del inventor Wallace y su leal compañero Gromit cuando su relación se ve afectada por la llegada de un inquilino a la residencia.

A quienes no conozcan a los personajes, debo decir que este corto es un excelente ejemplo de lo que los hace especiales: la bizarra tecnología, el amor al queso, la torpeza de Wallace y la inteligencia de Gromit, quien es uno de mis personajes favoritos de ficción. La razón por la que escogí el corto secuela, en lugar de la introducción de los personajes, es que creo que la continuación, al haber establecido previamente la relación, puede hacer cosas más interesantes al ponerla a prueba, y toma la arriesgada decisión de volver a Wallace poco agradable en el primer tercio del corto.

En sólo treinta minutos, el equipo creativo logró contar una historia completa, con una estructura fácil de seguir y un antagonista memorable, concluyendo con una excelente secuencia de acción que aprovecha elementos introducidos en las primeras escenas, y lo absurdo que la animación permite aceptar, que logra combinar emoción, reconciliación de los protagonistas y humor, siendo este un aspecto consistentemente bien logrado a lo largo del corto, sobre todo en el apartado de comedia física.

La banda sonora, incluyendo el icónico tema principal, a cargo de Julian Nott logra acentuar gran parte del corto que no tiene diálogo (y que, de hecho, me parecen los segmentos más fuertes de la historia); pero lo que más brilla es la animación. Producida por Aardman, expertos en el estilo Claymation (es decir, animación stop motion con modelos de arcilla y plastilina), no puedo más que admirar las horas de trabajo que costó no sólo modelar docenas de expresiones, sino fotografiar cada pequeño cambio para lograr la ilusión de movimiento; un juego visual que se sostiene décadas después pese a que la calidad de las cámaras no es la mejor. Más allá de los chistes visuales que el equipo logra con el diseño de sus modelos, creo que es muy loable lo logrado con el personaje de Gromit, que es capaz de comunicar emociones complejas sólo con el movimiento de las cejas y las orejas, e incluso un personaje tan inexpresivo como Feathers McGraw logra tener personalidad con detalles como cambios de angulación y gotas de sudor.

El mecanismo central de la trama: unos pantalones robóticos que se salen de control y un pingüino malvado, son francamente absurdos, pero el humor proviene que son tomados en serio por los cineastas. Además, creo que una gran virtud del corto es que la realidad aumentada de su historia está aterrizada en cuestiones muy reales: un cumpleaños olvidado, una amistad con problemas y dificultades de dinero; lo que realza todo el corto, que por encima de una diversión innegable, tiene corazón.

Hasta el próximo encuentro...

Navegante del Clío