El nacimiento de Venus
- raulgr98
- 10 dic 2022
- 2 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! Para cerrar esta semana me gustaría continuar con el aspecto mitológico, experimentando por primera vez el análisis de una pintura: El nacimiento de Venus.
Témpera (pintura elaborada con base de agua y yema de huevo) sobre lienzo, la obra fue elaborada por Sandro Botticelli entre 1482 y 1485, y se expone actualmente en la galería de los Uffizi en Florencia.
Encargado por la familia Medici, la escena retratada recrea el mito grecorromano del nacimiento de la diosa del amor. Creada cuando la espuma del mar se mezcla con los genitales de Urano, recién castrado por el titán Cronos, sale de entre las olas ya en forma de adulta. El momento que Botticelli escoge es cuando el viento del oeste, Zéfiro y las Horas (diosas de las estaciones) corren a vestirla para llevarla al Olimpo. La concha es un invento del artista, pero es temáticamente pertinente pues en el siglo XV se veía como un símbolo de fertilidad. Las plantas sagradas de la diosa: la rosa y el mirto, rodean a los personajes, mientras que el fondo aparece fuera de proporción, como si no se quisiera distraer de las figuras. Venus, recién nacida, se encuentra en medio de un lado izquierdo evidentemente más luminoso que el derecho, como si el amor no tuviera una naturaleza inclinada a ningún lado, sino que se encuentra en el punto medio de la moralidad.
Inmersa dentro del movimiento renacentista italiano, se le considero escandalosa en su época pues fue de las primeras pinturas post medievales en representar el desnudo femenino; sin embargo, no es un retrato vulgar sino hasta cierto punto inocente. Aun así, se cree que por lo controvertido del tema (mitología clásica en una época en la que los aristas apenas se empezaban a alejar del arte religioso) y la postura de la modelo, la leyenda dice que estuvo destinada al consumo privado, específicamente a la cámara nupcial de un acaudalado novio que no sentía especial pasión por su joven esposa, por lo que se inspiraba en el cuadro que colgaba sobre su cama para cumplir con sus "labores maritales".
Independientemente si esta historia es cierta o no, lo innegable es que esta obra es de las más famosas de la historia, y para mí representa uno de los mejores ejemplos del arte renacentista: valores humanistas, recuperación de temas de la antigüedad y técnicas de explotación de color medievales, todo bajo el amparo del mecenazgo. Repetida innumerables veces en talleres, con los historiadores del arte aún buscando significados ocultos en sus sutilezas, no me queda más que dejarlos con la imagen para que extraigan sus propias conclusiones sobre el amor y la belleza.

Hasta el próximo encuentro...
Navegante del Clío
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